Confiar en Dios es un paso hacia la solución de cualquier problema, porque la confianza nos da acceso al amor de Dios y éste es una fuerza armonizadora lo suficientemente poderosa para sanar cualquier situación adversa.
El amor de Dios expresado por medio de nosotros ve más allá de las apariencias externas de limitación al bien innato en todas las personas.
El amor de Dios es compasivo, sin embargo, es positivo y fuerte. No resiste la rivalidad ni la contienda, sino que las disuelve. El amor de Dios transforma el resentimiento y la insatisfacción en aprecio y reemplaza la crítica con la alabanza.
No hay situación sin armonía que la comprensión del amor de Dios no pueda ser útil.
Cuando las cosas a nuestro alrededor nos perturban, dirijámonos a Dios y al amor divino. Como Dios es parte de toda la creación, Él mora no sólo en nosotros sino también en nuestro medio ambiente, en nuestros alrededores y en las circunstancias de nuestras vidas.
Cuando tenemos el conocimiento y la comprensión del amor de Dios en nosotros y a nuestro alrededor, nuestro ambiente cambia. Nos vemos y vemos nuestro mundo por medio de ojos espirituales, ya no viendo desorden ni falta de armonía, sino reconociendo la paz y el amor divinos en las mentes y los corazones de todos. Y expresamos amor divino, cambiando nuestro mundo de lo que parece ser un mundo sin armonía, con duda y temor, a un mundo de fe, amor, felicidad y satisfacción.
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